«Algo que evoque movimiento», fue toda la explicación que Phil Knight le dio a Carolyn Davidson. Ambos se habían conocido en la Universidad Estatal de Portland, Oregon. En 1971 Knight era uno de los propietarios de Blue Ribbon Sports, una empresa que comercializaba las zapatillas japonesas Onitsuka Tiger en la costa oeste de los Estados Unidos. Davidson era artista y había hecho folletos y avisos publicitarios para revistas. Ambos se reunieron y Knight, sin saber muy bien lo que necesitaba, le pidió que diseñara un logo con una instrucción tan precisa como abstracta. Unas semanas después Davidson presentó sus diseños. Uno de ellos llamó la atención de Knight y sus socios. Parecía un ala, una ráfaga de aire o la estela que deja un corredor. Era algo nuevo, fresco y, sin embargo, antiguo. Eterno. Era el swoosh.